El valor del dinero
Como sabemos el valor del dinero no se encuentra en el papel del billete o en las monedas que utilizamos, sino que surge a partir del aval y la certificación de la entidad emisora y funciona a modo de pacto social donde todos los integrantes de la sociedad aceptamos el valor del dinero.
La importancia y utilidad del dinero, ha motivado que sea un “ídolo” adorado por nuestra sociedad, donde todo circular a su alrededor convirtiéndolo en la piedra angular de las actividades productivas y sociales. Si bien el dinero ha permitido el desarrollo del comercio, ha sido y sigue siendo un mal compañero de viaje, sobrevalorado y ansiado, en detrimento de otros valores y de la propia gratuidad a la que todos deberíamos responder en agradecimiento a la vida que nos ha tocado vivir y al compromiso con las generaciones futuras para ofrecerles un mundo mejor.
El dinero es el protagonista en las actividades productivas, distorsionando su verdadero fin que es responder a las necesidades de la sociedad bajo el principio de sostenibilidad. El dinero como protagonista de las actividades productivas, no duda en servirse de las malas artes como la publicidad engañosa, las modas absurdas, las prácticas comerciales injustas, la promoción de productos innecesarios, el deterioro de las condiciones de trabajo y del medio ambiente…, en definitiva los actores de la organizaciones productivas, pierden el verdadero sentido del servicio y son arrastrados por el “ídolo dinero”, ya que la sociedad valora su actividad por la rentabilidad de sus negocios y no por el valor de sus servicios.
Pero donde mayor daño está produciendo el “ídolo dinero”, es en las actividades sociales tan importantes para la seguridad y bienestar de la población. En primer lugar, trata de destruir y desvirtuar todo aquellos que es en sí gratuito tales como la amistad, la compasión, el interés por el bien común y el desarrollo de la sociedad civil libre. En segundo lugar, promueve de forma alocada la mercantilización de todas las actividades, rompiendo el derecho y el deber de participación de la sociedad y la espontaneidad de las personas que por sus dones y compromisos pueden contribuir al desarrollo social y cultural.
Por todo ello cabe pensar que el dinero adquiere valor en función de su destino y del bien que aporta a la sociedad, algo que debe hacernos reflexionar y sobre todo exigir a los productos financieros la claridad de sus fines y de sus inversiones.
Santiago Pangua Cerrillo
Publicado el 5 de noviembre de 2018-Diario de Navarra