MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO A LOS PARTICIPANTES EN EL XXVI CONGRESO MUNDIAL DE UNIAPAC

Damas y caballeros,

 

Ofrezco un cordial saludo a todos ustedes, ejecutivos y líderes de la vida económica, que se han reunido para el 26º Congreso Mundial de UNIAPAC, bajo el tema Negocios como noble vocación. Desde su origen, hace unas ocho décadas, su federación ha tratado de traducir en términos económicos y financieros los principios y directrices de la Doctrina Social Cristiana a la luz de los tiempos cambiantes.

 

El contexto actual de la globalización de la actividad económica y el intercambio, ha afectado profundamente las perspectivas, los objetivos y las formas de hacer negocios. Su decisión de reflexionar sobre la vocación y misión de los líderes económicos y empresariales es, por lo tanto, más esencial y necesaria que nunca. En efecto, con “el ritmo de vida y el trabajo más intensos … los objetivos de este cambio rápido y constante no están necesariamente orientados al bien común o al desarrollo humano integral y sostenible”, e incluso pueden “causar daño al mundo y la calidad de vida de gran parte de la humanidad” (Laudato Si ‘, 18).

 

En medio de tan complejos cambios, la fidelidad a su vocación y misión llama a mantener un delicado equilibrio entre la innovación y la producción cada vez más competitivas, mientras que, al mismo tiempo, visualiza el progreso dentro del horizonte mayor del bien común, la dignidad humana y el uso justo de los recursos naturales confiados a nuestro cuidado. En su vida profesional, con frecuencia se encuentra con situaciones en las que estos valores están en tensión y, en consecuencia, debe tomar decisiones prácticas e importantes con respecto a la inversión y la administración. Aquí podría resultar útil recordar tres principios rectores presentes en el Evangelio y en la enseñanza social de la Iglesia.

 

La primera es la centralidad de las personas individuales, con sus capacidades, sus aspiraciones y sus problemas y dificultades. La Iglesia siempre ha logrado hacer grandes cosas con escasos recursos, como recordatorio de que los resultados son de Dios y no de los hombres (cf. 2 Cor 4: 7). Cuando una empresa se convierte en una “familia”, a cuya gerencia le preocupa que las condiciones de trabajo sirvan siempre a la comunidad, los trabajadores a su vez se convierten en una “fuente de enriquecimiento”. Se les alienta a poner sus talentos y habilidades al servicio del bien común, sabiendo que su dignidad y circunstancias son respetadas y no simplemente explotadas.

 

Al ejercer este discernimiento económico, los objetivos que se deben establecer siempre deben guiarse por la regla del bien común. Este principio fundamental del pensamiento social cristiano ilumina y, como una brújula, dirige la responsabilidad social de las empresas, su investigación y tecnología, y sus servicios de control de calidad, hacia la construcción de una sociedad más humana y fraterna que pueda “hacer los bienes de este mundo más accesibles para todos” (Evangelii Gaudium, 203). El principio del bien común señala el camino hacia un crecimiento equitativo en el que “las decisiones, programas, mecanismos y procesos [están] específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, la creación de fuentes de empleo y una promoción integral de los pobres que vaya más allá. Una simple mentalidad de bienestar” (ibid., 204). De esta manera, el horizonte puede ampliarse para abarcar el mundo entero y fomentar una nueva mentalidad política y económica abierta a valores más altos (cf. ibid., 205). La vocación de los líderes empresariales se convertirá en “un noble compromiso” en la medida en que esté abierta a ser “desafiada por un mayor significado en la vida” (ibid., 203).

 

Finalmente, nunca debemos perder de vista el valor moral y económico del trabajo, nuestro medio para cooperar con Dios en una “creación continua”, que acelera la venida del reino de Dios al promover la justicia y la caridad social, y al respetar los dos aspectos. Dimensiones individuales y sociales, de la persona humana. La noble vocación de los líderes empresariales será evidente en la medida en que toda actividad humana se convierta en un testigo de esperanza en el futuro y un incentivo para una mayor responsabilidad y preocupación social a través del uso sabio de sus talentos y habilidades por parte de cada persona. Al igual que la primera comunidad de apóstoles, quienes fueron elegidos para acompañar a Jesús en su camino, ustedes también están llamados, como ejecutivos cristianos y líderes de negocios, a emprender un viaje de conversión y testimonio ante el Señor, permitiéndole inspirar y guiar el crecimiento de Nuestro orden social contemporáneo.

 

Con buenos deseos de oración por la fecundidad de sus deliberaciones, le pido a María, Madre de la Iglesia, que lo sostenga con esperanza y dócil apertura al Espíritu, para que pueda ser un instrumento eficaz del Señor que constantemente “hace que todas las cosas sean nuevas”.” (Ap 21: 5). Al impartirle mi bendición, les pido, por favor, que recuerden orar por mí.

 

Vaticano, 22 de noviembre de 2018.

 

 

Francisco

 

 

MESSAGE OF THE HOLY FATHER FRANCIS TO PARTICIPANTS IN THE XXVI WORLD CONGRESS OF UNIAPAC

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