Reflexión de Semana Santa de nuestro Consiliario, Padre Benjamín Echeverría

CELEBRAR LA RESURRECCIÓN EN TIEMPOS DE PANDEMIA
 
En muchos momentos me he acordado de la conversación mantenida hace años con una
chica mexicana en el momento de abordar al avión, siendo conocedores de un accidente
aéreo que acabada de ocurrir. “Como dicen en esta tierra, -me dijo-, si te toca, aunque
te quites. Si no te toca, aunque que te pongas”.
 
En este tiempo el virus “me ha tocado” levemente. Desde una situación de
confinamiento, desde mi celda, os escribo estas palabras para animaros a celebrar y
vivir nuestra fe en estos días tan especiales en los que celebraremos los misterios de la
muerte y resurrección del Señor.
 
El año pasado, al atardecer del día 27 de marzo, el Papa Francisco se encontraba solo en
medio de la lluvia y de la gran plaza del Vaticano. En una celebración austera, se
acercaba a poner al pie de la Cruz los dolores de la humanidad. Vivimos una Semana
Santa especial pues se cancelaron las celebraciones y actos de piedad con los que el
pueblo cristiano ha celebrado a lo largo de la historia los misterios de la Pasión, Muerte
y Resurrección de Jesús.
 
Ha pasado un año y seguimos con restricciones, toques de queda, alarmas que nos
intranquilizan y amenazan. Hemos pasado por distintas olas en las que la muerte ha
estado presente en medio de nuestras familias y sociedad. Como un día dijeron los
apóstoles, en este tiempo nos hemos dirigido a Dios con aquellas palabras u otras
parecidas en las que hemos expresado nuestro desconcierto y nuestros miedos: “Señor,
¿No te importa que nos hundamos?”
 
Para muchos, como recordaba entonces el Papa, esta también será una Pascua de
soledad, vivida en medio de los lutos y dificultades que genera esta pandemia con las
muertes, sufrimientos y problemas de salud y económicos.
 
Este año, el Papa, en la celebración del Domingo de Ramos nos invita a levantar nuestra
mirada hacia la Cruz para poder pedir la gracia del estupor, del asombro, porque la vida
cristiana sin asombro es monótona.
 
En medio de la muerte los cristianos seguimos hablando de vida, de vida plena, de vida
eterna. No olvidamos que el Resucitado es el Crucificado, que lleva en su cuerpo las
llagas y heridas de la pasión. A Él le miramos para que cure las heridas de esta
humanidad tan “tocada” y desolada.
 
Cristo Resucitado es la fuente profunda de nuestra esperanza. Su resurrección sigue
aconteciendo este año, no es algo del pasado. En nuestro mundo, a pesar de las
dificultades también aparecen nuevos brotes de resurrección. En medio de la oscuridad
siempre surge algo nuevo. Me gusta recordar esa imagen que Leonard Cohen proponía
en la letra de una de sus canciones: “Hay una grieta en todo. Así es como entra la luz”.
 
Escribía el Papa Francisco unos años antes de la pandemia estas palabras en ese gran
documento que marca y orienta su pontificado: “Ahí está, viene otra vez, lucha por
florecer de nuevo. La resurrección de Cristo provoca por todas partes gérmenes de ese
mundo nuevo; y aunque se los corte, vuelven a surgir, porque la resurrección del Señor ya ha penetrado la trama oculta de esta historia, porque Jesús no ha resucitado en vano.
¡No nos quedemos al margen de esa marcha de la esperanza viva!” (EG 278).
 
Hermanos y hermanas, Dios siempre nos sorprende. En medio del dolor y de las
dificultades contamos con nuestro Dios, que puede hacer arder el corazón y ayudarnos a
fijarnos en todas esas personas que siguen junto a la cruz para llevarles y compartir la
Buena Noticia del Evangelio y de la Resurrección.
 
Para todos vosotros, ¡Feliz Pascua de Resurrección!
 
Fr. Benjamín Echeverría, OFMCap

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