CREÍ, POR ESO HABLÉ (2Cor 4,13)
Paz y Bien,
El domingo 31 de mayo, día de Pentecostés, se celebra el día del Apostolado Seglar. Como motivación para ese día os ofrezco este sencillo mensaje. Parto de la experiencia y convicción de San Pablo, que nos anima a comunicar aquello que para cada uno es importante. Cada uno de nosotros tenemos nuestro propio recorrido creyente. La formación recibida, las experiencias personales que hemos vivido, la participación en la vida de la comunidad cristiana y la imagen de Dios que tenemos, nos han ayudado a configurar nuestra fe.
La fe necesita un espacio que se pueda comunicar. Hacemos nuestro el deseo o mandato de Jesús: “id y anunciad el Evangelio a toda la Creación”. Partiendo de él, tenemos conciencia de que cada uno de los bautizados somos agentes evangelizadores. Entendemos y vivimos nuestra fe cristiana como una buena noticia y como una fuerza para vivir. Así la queremos comunicar. La experiencia y la vida nos muestran que la fe se propone y nunca se impone. Por eso nuestra labor como cristianos consiste en anunciar, acompañar, ofrecer el Evangelio, y más aún en estos tiempos difíciles, en los que la presencia del Coronavirus nos ha desconcertado a todos.
Desde la Conferencia Episcopal se nos recuerda que “nuestra misión (nuestra vida) tiene que expresarse también en la dimensión eclesial, en la dimensión social y política de la fe. En lo eclesial porque nadie se salva solo y porque es la Iglesia, Pueblo de Dios, la que evangeliza. En lo social y lo político porque el amor que configura nuestra humanidad genera unas relaciones sociales, interpersonales y, en consecuencia, políticas, nuevas; unas relaciones de fraternidad que no se agotan en el pequeño círculo de mi familia o mi comunidad parroquial, o mi movimiento, sino que queremos que sean la trama sobre la que construir todas nuestras relaciones sociales”.
La fe cristiana no es solo la luz que arde en el corazón de los creyentes, sino también la fuerza impulsora de la historia humana. Como empresarios tenéis claro vuestro deseo e interés de responder a necesidades humanas reales, producir bienes y servicios útiles, contribuir a mejorar nuestro entorno y de poder ganaros la vida de manera digna y desarrollaros como auténticas personas. Como líderes empresariales queréis participar en el mundo económico y financiero contemporáneo, teniendo presente la Doctrina Social de la Iglesia, desde los principios de la dignidad humana y del bien común. Sois conscientes de que “para promover el bien común, esta economía debe respetar la verdad, la fidelidad a los compromisos, la dignidad humana, la libertad, la creatividad y el destino universal de los bienes, lo que significa que la creación de Dios es un don para todas las personas”. (VLE 6)
En este tiempo estaréis sintiendo una presión especial ante esta crisis mundial que nos está afectando. Por eso os propongo para vuestra reflexión y oración lo que dice el Papa Francisco en uno de los números de la Encíclica Laudato Si: “Sin embargo, no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan. Son capaces de mirarse a sí mismos con honestidad, de sacar a la luz su propio hastío y de iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad. No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos. A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle” (LS 205).
Que la celebración del día de Pentecostés, el día del Apostolado Seglar, y la fuerza del Espíritu restaure la confianza y mantenga la fe que alimenta la búsqueda cotidiana del bien.
Un saludo
Madrid, 29 de mayo de 2020
Fr. Benjamín Echeverría
ministro provincial
