Reflexión navideña del Padre Benjamín, Consiliario de ASE

Ante la llegada de la Navidad, el Padre Benjamín Echevarría, Consiliario de ASE, ha querido compartir una reflexión con todos los miembros y amigos de Acción Social Empresarial.

 

SOÑAR JUNTOS

A todos los miembros de ASE,

ante la celebración de la Navidad

 

En la última reunión del foro de ASE reflexionamos sobre algunos temas que propone la Encíclica Fratelli Tutti de cara a la labor empresarial. Nos centramos en algunos de los números del capítulo 3, titulado “Pensar y gestar un mundo abierto”.

Más adelante, en el número 123, el Papa escribe lo siguiente: “Es verdad que la actividad de los empresarios “es una noble vocación orientada a producir riqueza y a mejorar el mundo para todos…” De momento quiero detenerme en uno de los primeros números de la Encíclica, en el 8, y animaros a que hagamos nuestros esos mismos deseos del papa Francisco: “Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad. Entre todos: «He ahí un hermoso secreto para soñar y hacer de nuestra vida una hermosa aventura. Nadie puede pelear la vida aisladamente. […] Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! […] Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos». Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos”.

Os recuerdo estas palabras en estos días de Adviento, tiempo en el que la liturgia nos recuerda a través del profeta Isaías, de Juan el Bautista y de María, las grandes profecías y los grandes sueños que tuvo el pueblo de Israel a lo largo de su historia ante la llegada del Mesías. Todo el AT está atravesado por la promesa y por la espera. El Adviento no es solamente un tiempo litúrgico, sino toda una filosofía de vida. Se trata de una actitud vital que tiene que atravesar toda nuestra existencia. A medida que vamos recorriendo este tiempo llegamos al domingo “gaudete”, en que se nos anima al gozo y a la alegría por la cercanía del Señor.

Quisiera que estas palabras que pongo por escrito os sirvieran de ánimo ante la celebración de la Navidad, pues parece que en este tiempo los ritmos y mensajes de la liturgia no coincide con los de la vida real. Todos somos conscientes de la situación tan complicada que tenemos y que nos toca afrontar. La experiencia nos muestra que hay etapas duras en la vida que no invitan a la alegría. Esta larga y áspera pandemia que vivimos no invita precisamente a ella. Vemos que hay signos que apuntan a superarla, pero se nos sigue advirtiendo que podemos sufrir una tercera ola destructora, que nos sacuda y descoloque como lo han hecho las anteriores.

Como personas creyentes, en este tiempo hemos experimentado que el gozo y la alegría no siempre vienen de manos del éxito, del triunfo, de los números económicos, etc. Siempre, pero más en los momentos o épocas de debilidad y de sufrimiento, el gozo y la paz en la vida provienen y descansan en Dios, en el Espíritu evangélico del Señor. Y ello es fuente de sosiego profundo en medio de las dificultades y turbulencias de la vida.

No siempre se puede estar contento, pero sí que podemos tratar de vivir con serenidad. Es evidente que en esta pandemia nos cuesta estar contentos, pero sí podemos estar esperanzados, pues como me recuerdo a mí mismo y recuerdo a la gente en las homilías en este tiempo de Adviento, “la esperanza es afrontar los problemas de la vida sin perder la serenidad”.

En este tiempo, también nuestra fe nos dice que nada está perdido. Tal vez no podamos cambiar muchas cosas a nivel personal y en nuestro mundo con la rapidez que quisiéramos, pero aún podemos reaccionar. Podemos preguntarnos qué es lo que hemos descuidado hasta ahora, qué es lo que tenemos que cambiar, a qué tenemos que dedicar más atención y más tiempo. Así es como podremos celebrar este año la Navidad.

Recuerdo una canción de Leonard Cohen que dice que “hay una grieta en todo y así es como entra la luz”. En este mundo agrietado, resquebrajado, a punto de romperse por muchos sitios en este tiempo de pandemia, podemos descubrir que realmente hay grietas por las que sigue entrando la luz. Eso nos puede llevar a plantearnos la vida de otra manera, con una nueva sensibilidad. De hecho, Dios se acerca a nosotros buscando la rendija que el hombre mantiene abierta a lo verdadero, a lo bueno, a lo bello, a lo humano. Son esos resquicios de la vida a los que hemos de atender para abrir caminos a Dios. Así nos lo recuerda el cantor:

“Mientras haya unos labios que hablen de amor

Mientras haya unas manos cuidando una flor

Mientras haya un futuro hacia dónde mirar

Mientras haya ternura, habrá Navidad” (JL Perales).

 

Para todos vosotros y vuestras familias y empresas, mis mejores deseos de Paz y Bien para estos días y el nuevo Año.

Fr. Benjamín Echeverría Martínez

Consiliario de ASE

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