Reflexión de Dionisio Blasco España, Delegado Territorial Diocesano de ASE en la Diócesis de Málaga y presidente del Foro de Oración y Reflexión de ASE en la Casa Diocesana de Málaga.
LA VOCACIÓN DEL LÍDER EMPRESARIAL
(*) Dionisio Blasco España
Sobre el liderazgo empresarial se ha hablado y escrito mucho. Contamos con aportaciones muy valiosas. Pero ¿qué hay del líder empresarial cristiano? Su peculiaridad es, fundamentalmente, que se sabe “llamado” (de ahí el término latino vocare, llamar).
La Biblia está llena de llamadas: “sal de tu tierra”, “saca a mi pueblo de la esclavitud”, “yo te envío”, “sígueme” … En estos términos Dios llama a hombres y mujeres, siempre en contextos marcados por la adversidad, para que sean instrumentos de su salvación. Y, aunque la primera reacción es siempre reticente: “¿quién soy yo?” “dame una señal”. “mira que no sé hablar, que sólo soy un niño” … finalmente, confiados en Dios, aceptan el reto: “hágase en mí según tu palabra”.
Y es que, si bien todos los bautizados coincidimos en una única Vocación, la santidad, los laicos están llamados a buscar esa santidad transformando, desde sus responsabilidades familiares, profesionales y sociales, este mundo en Reino de Dios.
Por eso cuando hablamos de vocación en el líder empresarial, hablamos de vinculación de ese liderazgo a una tarea que nos trasciende tanto en su origen (llamados por Dios) como en su destino (hacer que el liderazgo en la empresa sea una oportunidad para construir un mundo más parecido al propuesto por Jesús en el Evangelio).
Cuando el liderazgo empresarial se vive como vocación afloran nuevas dimensiones en esta tarea:
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El liderazgo se hace profético. El pasado 17 de octubre el papa Francisco se dirigía a un grupo de empresarios españoles y en su discurso abordó la necesidad de ser profetas. “Sin profecía, la economía, y en general toda la acción humana, está ciega”, decía el papa. Y es que ser profeta implica ser testigo, ser sal y luz en medio de la actividad empresarial.
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El liderazgo se hace servicio. Porque, como el Maestro, hemos venido a servir, y no a ser servidos. Y es aquí donde tenemos la oportunidad de visibilizar de forma más plena talento y talante.
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El liderazgo se hace don. El empresario que vive su liderazgo como vocación descubre, como nos enseñaba Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate, “que en las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria” (CiV 36)
Vivir el liderazgo como vocación no consiste tanto en llenar la agenda de tareas y compromisos, sino en llenar el corazón y la mente de Dios, de un Dios que está en todas partes (“entre los pucheros anda Dios”, decía Santa Teresa de Jesús).
Vivir el liderazgo como vocación es, además, descubrir nuestra historia personal en el corazón de Dios: “Y en la certeza del Dios omnipresente, moramos siempre en el santuario. Moramos en un lugar santo cuando nos hallamos en el lugar más secular, y el lugar más santo es aún secular comparado con nuestro lugar en el fondo de la vida divina” (Paul Tillich).
Y cómo no invitar a leer y releer el documento La vocación del líder empresarial: una reflexión, todo un regalo de parte del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral.
(*) Dionisio Blasco España es Delegado Territorial de Acción Social Empresarial en la Diócesis de Málaga.