La acción social en la creación de riqueza

Bajo el común concepto de empresario agrupamos figuras diversas, que se mueven por diferentes estímulos, y aunque el objetivo común es el beneficio, éste se adopta desde distintos ángulos y posiciones.

Cuanto más oscura es la noche, más alumbra una luz, por pequeña que sea.

Acción Social Empresarial, ahora y siempre.

Una de las grandes ausencias en la vida empresarial española, durante los años de bonanza y optimismo incontrolados, ha sido la ética de los valores en el seno de la empresa española donde, con honrosas excepciones, el elemento directivo ha ignorado o aminorado una refle­xión que parecía superflua, porque,  al cabo, dentro de la euforia, “todo el mundo” mejoraba en sus condiciones de vida, vistas éstas como lo único importante.

Pero sin atención a los valores, en cuanto llega una tormenta, el edificio se resquebraja, los cimientos se vencen, y todo se viene abajo.

La clamorosa ruina de las Cajas de Ahorro, entre el egoísmo avaricioso de unos dirigentes que olvidaron que el origen de esas instituciones habían sido la protección social del ahorro de capas modestas de la población y el socorro a sus necesidades, y la atonía de la respuesta social, que más bien pareciera lamentar no haber podido estar en la nómina de los beneficiados, que el escándalo de la dilapidación de tanto ahorro y sudor esforzadamente ofrecido por tantos en sus largas trayectorias, es muestra evidente de la necesidad de que se proclamen y asuman en la actuación empresarial unos valores sociales que autolimiten y moderen.

Entre los muchos principios que pueden asumirse, destacan, por su claridad, su universalidad, su rigor y su exigencia, los de la doctrina social de la Iglesia, que pueden ser un referente valiosísimo, sin que ello suponga una declaración de confesionalidad empresarial.

Porque los principios no son códigos, con un articulado rígido que obliga y limita, sino referentes a considerar en la toma de las medidas empresariales a que obliga su marcha económica.

Pero, eso sí, su toma en consideración puede llevar a adoptar medidas que parecen perjudiciales a corto plazo (no ofrecer comisiones fraudulentas, por favor) pero que no sólo benefician a la sociedad en su conjunto, sino cimientan a la empresa con muy sólidos fundamentos.

PORQUE UNA ACCIÓN ÉTICA NO SÓLO ES UNA OBLIGACIÓN MORAL, SINO UNA CONDICIÓN “SINE QUA NON” para una construcción de empresas duraderas y sólidas.

Ahora que, en España una recuperación económica necesita constituirse sobre la audacia de nuevos emprendedores en todos los campos de la actividad económica, ha de ser objetivo prioritario de ASE el ofrecer a quienes se lanzan al noble empeño de crear una empresa, el armazón de referencias de valores que les permitan crecer desde el inicio con raíces profundas.

Por supuesto que la actividad de Acción Social Empresarial debe retomar, tras un periodo de letargo, su labor de permear con sus principios la actividad de los protagonistas de la dirección de las empresas.

Y, al mismo tiempo, ofrecer a toda la sociedad algunas claves prácticas que, en tiempos difíciles, ayuden a que las dificultades y los sacrificios que sean necesarios, puedan ser mejor asumidos en el convencimiento de que su reparto está basado, de una manera justamente proporcionada, en la salvaguarda de un bien inclaudicable para la empresa: su supervivencia viable. Porque sin esa supervivencia, el daño para quienes forman parte de la empresa, y para la sociedad en que está presente, serán mucho mayores, y muchas veces irreparables.

Luis H. de Larramendi

Presidente de Acción Social Empresarial

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