EL BIENESTAR EGOÍSTA-artículo de Santiago Pangua Cerrillo

Publicado en el Diario de Navarra-Domingo 26 de mayo de 2019

 

El bienestar egoísta

El concepto del bienestar se ha introducido con fuerza en las sociedades avanzadas, “estado de bienestar”, “bienestar social”, “bienestar laboral”. Aparentemente la opción parece buena e inofensiva, encaminada a conseguir un estado de plenitud, comodidad y confort. El bienestar como concepto subjetivo tiene representaciones muy diferentes en la mente de cada individuo en base a las necesidades y gustos que tienen las personas. Por otra parte, los seres humanos no siempre tenemos la capacidad para saber qué cosas nos hacen bien y cuales nos perjudican. El bienestar que hemos creado nos invita a satisfacer las necesidades materiales y de ocio, en un escenario sin límites.

Pensemos por ejemplo en el bienestar térmico cada vez más demandado, ya que deseamos una sensación térmica confortable sin preocuparnos de las consecuencias que tiene para el planeta por el consumo energético y la falta de eficiencia térmica en los edificios e instalaciones, o en los grandes polideportivos presentes en muchos municipios, que sin embargo no han resuelto, aspectos claves para su seguridad, tales como los caminos escolares seguros, los planes de emergencias por inundaciones o incendios forestales así como actuaciones frente a otros riesgos naturales, antrópicos y tecnológicos.

Concebir el bienestar de una manera incorrecta es peligroso tanto a nivel social como personal. No es fácil poner un límite al bienestar, lo vemos en aquellos países o personas que están muy bien posicionados y su aspiración sigue siendo estar mucho mejor, alejándose de la compasión necesaria para ayudar aquellos que verdaderamente lo necesitan. El bienestar puede pasar sin darnos cuenta a convertirse en un escenario de ostentación, con el consiguiente perjuicio para el planeta y las generaciones futuras, el consumismo compulsivo de los más pudientes, así como el de los que aspiran a él, aleja a las personas de valores importantes, tales como el sentido del bien común, el cuidado del medio ambiente o el trabajar activamente ayudando a los más desfavorecidos.

El bienestar material tiene la capacidad de arrastrarnos haciendo que sobreestimemos lo superfluo y dejemos de valorar lo necesario, situación que promueve el egoísmo político, social y personal, impidiendo la puesta en marcha de compromisos efectivos que aceleren el desarrollo sostenible y el fin de la pobreza. Pasar del bienestar material al bienestar espiritual rompiendo con el egoísmo, es sin duda una buena opción, para dar sentido a la vida y dignidad al trabajo que realizamos.

Santiago Pangua Cerrillo

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